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domingo, 26 de abril de 2020

42. PANDORA II



Se cuenta que un ejército de sombras robó la voz a todos los hombres y mujeres allá por los tiempos de los estados-nación y los líderes demagogos y corruptos. El silencio público prolongado durante generaciones atrofió sus cuerdas vocales y olvidaron el sonido de las palabras, porque cada cual sobrevivió como pudo y supo.
         Una tarde, una anciana descubrió un baúl de roble antiguo, en un rincón inaccesible del sótano donde guardaba las pocas pertenencias que conservaba de sus padres. Al abrirlo, solo encontró un libro. Después de leerlo una docena de veces, gracias al cariño con que su madre le enseñó de niña, supo lo que debía hacer. Aunque la lectura había sido relegada a la más pura intimidad silenciosa, como casi todo en aquella época oscura, la anciana se vistió con su mejor vestido, su sombrero más hermoso y, junto a su fiel jumento, famélico y añoso como ella, se lanzó a recorrer la ciudad leyendo aquel y otros libros en voz alta. Así fue cómo la palabra apareció de nuevo, y la Caballera de la Vetusta Figura, como se la conoció de ahí en adelante, recorrió el mundo deshaciendo al ejército de sombras y desentumeciendo mentes y cuerdas vocales solo con su voz.




***
Hoy, por fin, podré salir a la calle y pasear con mi hija, sentir que todo pasará y volveremos a reencontrarnos con las personas que amamos. Por lo tanto, llegó el final. Este será el último microrrelato que publique.  Seguiré con el libro, Cuando la humedad nos atraviesa, pero de otra manera, en silencio y en soledad, como siempre he escrito. Comencé esta aventura, como expliqué en el primer texto, hace cuarenta y dos días, como un regalo muy personal. Como una manera de aportar, la que puedo y considero mejor, en esta época tan difícil que nos ha tocado vivir. Pero también como un agradecimiento al Sistema Sanitario Público en general, y a todos los sanitarios que forman parte de él, porque no hay palabras que describan y expliquen todo lo que nos han dado y enseñado. 
     Os dejo el último microrrelato, con el cariño de todos los días, con el deseo de haberos acompañado, entretenido, estremecido, emocionado o regalado un minuto de abstracción de otro tiempo que más pronto que tarde pasará. Eso espero, porque vosotros sí lo habéis hecho conmigo. Con infinita gratitud.