María X Pedro (19/12/2013)
Soy esa María de
hace siete años, pero ya no está ese Pedro en la ecuación. No tacharé la
inscripción de aquella adolescente que fui. Tampoco romperé el candado que
enganchamos a la barandilla herrumbrosa del paseo de la Ribera, a la altura de
la Cruz del Rastro. Nunca un objeto simbolizó tanto la repugnancia del amor, o
lo que considerábamos amor. ¿Quién fue el primer idiota que utilizó un candando
para reflejar la unión de dos personas? Soy yo la que lleva un candado en el
pecho, y él en el tobillo.
Me he prometido que vendré aquí cada año. Leeré los nombres y la equis,
masticaré la fecha. Contemplaré cómo el candado se va oxidando y borrando lo
inscrito. Después anudaré un lazo con mi nombre justo debajo. Cada año de un
color diferente. Cada año, aunque el destino me lleve a tierras lejanas, peregrinaré
a este lugar y anudaré un lazo. Sin fecha, solo mi nombre y un color, que
después la intemperie se encargue de él si lo desea.
Hoy será la primera vez. Hoy celebraré mi propio aniversario. El
aniversario de mi libertad y memoria.
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