"Hacer preguntas, eso es para mí escribir. No
escribo respuestas, simplemente me afano por redondear las preguntas, trato de
permanecer mucho tiempo dentro de ellas", de esta manera expresa Han Kang su visión del acto de
escribir, de crear.
Hoy me aproximaré a la novela
LA VEGETARIANA, la primera novela que he leído de la autora surcoreana, y, os
aseguro, no será la última. Estoy deseando conseguir BLANCO y ACTOS HUMANOS.
Antes de adentrarnos en esta novela perturbadora, lúcida, incómoda y acogedora,
bella y horripilante, sensual y árida, extraña y verdadera como considero es ese
amplio y fértil horizonte llamado literatura kafkiana, os diré que no solo es
un descubrimiento Han Kang, sino también la Editorial
Rata. La ratificación de que Rata es una gran editorial, una de esas
editoriales que podría coger un libro al azar y asegurarme una buena lectura.
Hace tiempo, un amigo me
recomendó la LA INOCENCIA, de Felipe
Polleri. No conocía al autor ni a la editorial, solo a mi amigo y el conocimiento
que él tenía de mis gustos literarios. Acertó, vaya si acertó. Polleri es un
gran escritor y Rata una editorial exquisita. Por aquella época estaba leyendo
a Mario Levrero (LA CIUDAD, PARÍS y
EL LUGAR), también uruguayo como Polleri, como uruguayo lo es mi admirado Onetti, y la combinación fue muy
estimulante. Después descubrí que ambos pertenecían a un grupo de escritores
—ya conocéis esa predilección por aglutinar, englobar y definir gustos y
literaturas— llamados “los raros”. Y
me pareció muy hermoso que prácticamente los dos únicos requisitos para
pertenecer a ese grupo fuera ser uruguayo y escribir obras inclasificables;
obras con cierto toque surrealista, es decir, fueras un escritor raro.
Los raros, lo raro, lo
extraño, de ahí que Levrero, Polleri y Kang compartan algo que a mí me interesa
como escritor y, espero haber logrado en alguno de mis textos, sintetizó
magistralmente Juan Ramón Jiménez en el aforismo: Intuición rara y palabra corriente: la mayor belleza.
La
vegetariana trata de una mujer, ama de casa, arquetipo de lo que parece una
mujer tradicional, que decide un buen día hacerse vegetariana. Y desde esta
premisa Han Kang desarrolla su particular manera de ver y experimentar la
escritura: comienza a lanzarnos preguntas sin piedad: ¿Por qué?, ¿qué
ocurrirá?, ¿qué originó tal decisión a esas alturas de su vida?
El narrador
del primer capítulo es el marido de la mujer; aunque sería mejor decir relato,
porque en realidad la novela la componen tres relatos relacionados entre sí,
como explica Kang en una entrevista. Conforme acompañamos la sorpresa, juicios,
dudas y creencias del marido —escrito en primera persona— nos siguen asaltando más
preguntas: ¿qué ocurrirá con él y con ella?, ¿y con el matrimonio?, ¿y con la
convivencia?, ¿por qué se queda casi desnuda frente al frigorífico abierto?
(una imagen bella y perturbadora). La narración avanza —tranquilos, no seguiré
desvelando más sucesos de la trama— y aparece la familia: padre, madre,
hermano, hermana, cuñado, cuñada y, de nuevo, más preguntas: ¿qué pensarán?,
¿cómo actuarán?, ¿qué hará la protagonista: seguirá, se rendirá, combinará la
decisión de alguna manera para contentar a todo el mundo? Pero la protagonista, Yeonghye, irá viviendo,
existiendo, creando otra realidad, otras preguntas que nos situarán, a
nosotros, frente a un abismo. Como busca Kang en su proceso creativo: quiere
permanecer —y que permanezcamos como lectores— mucho tiempo dentro de esas
preguntas, y lo consigue.
Los
narradores son el marido, aunque la voz de la protagonista también aparecerá en
el primer capítulo brevemente; el cuñado y la hermana de Yeonghye, escritos en
tercera persona. Un multiperspectivismo particular, con una distancia narrativa diferente, ya que utilizará la primera persona (marido y Yeonghye) y el omnisciente limitado (cuñado y hermana), que usará Hang para mostrarnos el
interior de cada uno e introducir otras preguntas y temas: el patriarcado
reinante y rancio, la imposibilidad o dificultad de decidir incluso sobre tu
propio cuerpo, las relaciones sociales, la pulsión de la sociedad, la familia y
el matrimonio como retención, inmovilidad y generadores de violencia; el sexo,
el amor, la belleza o el arte, y sobre todo la gran pregunta ¿qué ocurrirá con
todos y con todo? ¿Hacia dónde se dirige Yeonghye?
¿Cómo nos comportamos con las
decisiones de los demás?
¿Qué es la violencia y cuáles
las formas que adopta?
Os dejo algunas pinceladas:
“Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca
pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo
cuando la vi por primera vez. No era ni muy alta ni muy baja, llevaba una
melena ni larga ni corta, tenía la piel seca y amarillenta, sus ojos eran
pequeños, los pómulos algo prominentes, y vestía ropas sin color como si
tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos negros muy
sencillos, se acercó a la mesa en la que yo estaba sentado con pasos que no
eran ni rápidos ni lentos, ni enérgicos ni débiles”.
.
“…fue natural que eligiera casarme con ella, que tenía el
aspecto de ser la mujer más corriente del mundo."
.
“No es la primera vez que sueño eso. Lo he soñado
infinidad de veces. Como cuando uno está ebrio y se acuerda de todas las veces
que lo estuvo anteriormente, en mis sueños yo recuerdo todos mis sueños
anteriores. Las innumerables veces que alguien mató a alguien. Es barroso,
confuso… pero lo recuerdo todo con una sensación palpable de escalofriante
realidad”.
.
“Solo confío en mis pechos. Me gustan mis pechos, pues
con ellos no puedo matar a nadie”.
.
“¿Qué es lo que cortaré con mi cuerpo que me estoy
poniendo tan afilada?”
.
“Nunca había visto un ser que fuera capaz de decir tantas
cosas con solo su figura”.
.
“Me puse cabeza abajo y entonces me empezaron a nacer
hojas en el cuerpo y también me salieron raíces de las manos… Las raíces se
fueron metiendo bajo la tierra… más y más… Y como estaba a punto de nacerme una
flor en el pubis, abrí las piernas… Las abrí bien…”
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