viernes, 7 de mayo de 2021

Aproximación a LA VEGETARIANA, de Han Kang


"Hacer preguntas, eso es para mí escribir. No escribo respuestas, simplemente me afano por redondear las preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas", de esta manera expresa Han Kang su visión del acto de escribir, de crear. 

Hoy me aproximaré a la novela LA VEGETARIANA, la primera novela que he leído de la autora surcoreana, y, os aseguro, no será la última. Estoy deseando conseguir BLANCO y ACTOS HUMANOS. Antes de adentrarnos en esta novela perturbadora, lúcida, incómoda y acogedora, bella y horripilante, sensual y árida, extraña y verdadera como considero es ese amplio y fértil horizonte llamado literatura kafkiana, os diré que no solo es un descubrimiento Han Kang, sino también la Editorial Rata. La ratificación de que Rata es una gran editorial, una de esas editoriales que podría coger un libro al azar y asegurarme una buena lectura.

Hace tiempo, un amigo me recomendó la LA INOCENCIA, de Felipe Polleri. No conocía al autor ni a la editorial, solo a mi amigo y el conocimiento que él tenía de mis gustos literarios. Acertó, vaya si acertó. Polleri es un gran escritor y Rata una editorial exquisita. Por aquella época estaba leyendo a Mario Levrero (LA CIUDAD, PARÍS y EL LUGAR), también uruguayo como Polleri, como uruguayo lo es mi admirado Onetti, y la combinación fue muy estimulante. Después descubrí que ambos pertenecían a un grupo de escritores —ya conocéis esa predilección por aglutinar, englobar y definir gustos y literaturas— llamados “los raros”. Y me pareció muy hermoso que prácticamente los dos únicos requisitos para pertenecer a ese grupo fuera ser uruguayo y escribir obras inclasificables; obras con cierto toque surrealista, es decir, fueras un escritor raro.

Los raros, lo raro, lo extraño, de ahí que Levrero, Polleri y Kang compartan algo que a mí me interesa como escritor y, espero haber logrado en alguno de mis textos, sintetizó magistralmente Juan Ramón Jiménez en el aforismo: Intuición rara y palabra corriente: la mayor belleza.

       La vegetariana trata de una mujer, ama de casa, arquetipo de lo que parece una mujer tradicional, que decide un buen día hacerse vegetariana. Y desde esta premisa Han Kang desarrolla su particular manera de ver y experimentar la escritura: comienza a lanzarnos preguntas sin piedad: ¿Por qué?, ¿qué ocurrirá?, ¿qué originó tal decisión a esas alturas de su vida?

        El narrador del primer capítulo es el marido de la mujer; aunque sería mejor decir relato, porque en realidad la novela la componen tres relatos relacionados entre sí, como explica Kang en una entrevista. Conforme acompañamos la sorpresa, juicios, dudas y creencias del marido —escrito en primera persona— nos siguen asaltando más preguntas: ¿qué ocurrirá con él y con ella?, ¿y con el matrimonio?, ¿y con la convivencia?, ¿por qué se queda casi desnuda frente al frigorífico abierto? (una imagen bella y perturbadora). La narración avanza —tranquilos, no seguiré desvelando más sucesos de la trama— y aparece la familia: padre, madre, hermano, hermana, cuñado, cuñada y, de nuevo, más preguntas: ¿qué pensarán?, ¿cómo actuarán?, ¿qué hará la protagonista: seguirá, se rendirá, combinará la decisión de alguna manera para contentar a todo el mundo?  Pero la protagonista, Yeonghye, irá viviendo, existiendo, creando otra realidad, otras preguntas que nos situarán, a nosotros, frente a un abismo. Como busca Kang en su proceso creativo: quiere permanecer —y que permanezcamos como lectores— mucho tiempo dentro de esas preguntas, y lo consigue.

      Los narradores son el marido, aunque la voz de la protagonista también aparecerá en el primer capítulo brevemente; el cuñado y la hermana de Yeonghye, escritos en tercera persona. Un multiperspectivismo particular, con una distancia narrativa diferente, ya que utilizará la primera persona (marido y Yeonghye) y el omnisciente limitado (cuñado y hermana), que usará Hang para mostrarnos el interior de cada uno e introducir otras preguntas y temas: el patriarcado reinante y rancio, la imposibilidad o dificultad de decidir incluso sobre tu propio cuerpo, las relaciones sociales, la pulsión de la sociedad, la familia y el matrimonio como retención, inmovilidad y generadores de violencia; el sexo, el amor, la belleza o el arte, y sobre todo la gran pregunta ¿qué ocurrirá con todos y con todo? ¿Hacia dónde se dirige Yeonghye?

¿Cómo nos comportamos con las decisiones de los demás?

¿Qué es la violencia y cuáles las formas que adopta?

 

Os dejo algunas pinceladas:

 

“Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez. No era ni muy alta ni muy baja, llevaba una melena ni larga ni corta, tenía la piel seca y amarillenta, sus ojos eran pequeños, los pómulos algo prominentes, y vestía ropas sin color como si tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos negros muy sencillos, se acercó a la mesa en la que yo estaba sentado con pasos que no eran ni rápidos ni lentos, ni enérgicos ni débiles”.

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“…fue natural que eligiera casarme con ella, que tenía el aspecto de ser la mujer más corriente del mundo."

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“No es la primera vez que sueño eso. Lo he soñado infinidad de veces. Como cuando uno está ebrio y se acuerda de todas las veces que lo estuvo anteriormente, en mis sueños yo recuerdo todos mis sueños anteriores. Las innumerables veces que alguien mató a alguien. Es barroso, confuso… pero lo recuerdo todo con una sensación palpable de escalofriante realidad”.

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“Solo confío en mis pechos. Me gustan mis pechos, pues con ellos no puedo matar a nadie”.

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“¿Qué es lo que cortaré con mi cuerpo que me estoy poniendo tan afilada?”

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“Nunca había visto un ser que fuera capaz de decir tantas cosas con solo su figura”.

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“Me puse cabeza abajo y entonces me empezaron a nacer hojas en el cuerpo y también me salieron raíces de las manos… Las raíces se fueron metiendo bajo la tierra… más y más… Y como estaba a punto de nacerme una flor en el pubis, abrí las piernas… Las abrí bien…”