domingo, 26 de abril de 2020

42. PANDORA II



Se cuenta que un ejército de sombras robó la voz a todos los hombres y mujeres allá por los tiempos de los estados-nación y los líderes demagogos y corruptos. El silencio público prolongado durante generaciones atrofió sus cuerdas vocales y olvidaron el sonido de las palabras, porque cada cual sobrevivió como pudo y supo.
         Una tarde, una anciana descubrió un baúl de roble antiguo, en un rincón inaccesible del sótano donde guardaba las pocas pertenencias que conservaba de sus padres. Al abrirlo, solo encontró un libro. Después de leerlo una docena de veces, gracias al cariño con que su madre le enseñó de niña, supo lo que debía hacer. Aunque la lectura había sido relegada a la más pura intimidad silenciosa, como casi todo en aquella época oscura, la anciana se vistió con su mejor vestido, su sombrero más hermoso y, junto a su fiel jumento, famélico y añoso como ella, se lanzó a recorrer la ciudad leyendo aquel y otros libros en voz alta. Así fue cómo la palabra apareció de nuevo, y la Caballera de la Vetusta Figura, como se la conoció de ahí en adelante, recorrió el mundo deshaciendo al ejército de sombras y desentumeciendo mentes y cuerdas vocales solo con su voz.




***
Hoy, por fin, podré salir a la calle y pasear con mi hija, sentir que todo pasará y volveremos a reencontrarnos con las personas que amamos. Por lo tanto, llegó el final. Este será el último microrrelato que publique.  Seguiré con el libro, Cuando la humedad nos atraviesa, pero de otra manera, en silencio y en soledad, como siempre he escrito. Comencé esta aventura, como expliqué en el primer texto, hace cuarenta y dos días, como un regalo muy personal. Como una manera de aportar, la que puedo y considero mejor, en esta época tan difícil que nos ha tocado vivir. Pero también como un agradecimiento al Sistema Sanitario Público en general, y a todos los sanitarios que forman parte de él, porque no hay palabras que describan y expliquen todo lo que nos han dado y enseñado. 
     Os dejo el último microrrelato, con el cariño de todos los días, con el deseo de haberos acompañado, entretenido, estremecido, emocionado o regalado un minuto de abstracción de otro tiempo que más pronto que tarde pasará. Eso espero, porque vosotros sí lo habéis hecho conmigo. Con infinita gratitud.



 




sábado, 25 de abril de 2020

41. EL ACTOR PERFECTO




El actor, conocido como el Perfecto muchos años después, lo arriesgó todo por aquella película, etiquetada desde el inicio, por sus faraónicas pretensiones, como la Maldita. El actor alcanzó cumbres de interpretación que de ningún modo imaginó alcanzar. Su talento devoró el ingenuo arco de personaje que el guionista escribió para él, y más que un arco lo transformó en un auténtico universo.
         La película maldita, la película que muchos se jactaron de que nunca se vería en una pantalla, la película imposible de rodar, la película más compleja y divertida y dramática y emotiva jamás creada, solo podía ser protagonizada por alguien como él. Fue, sin lugar a dudas, tanto para el público como para la crítica, una vez concluida, épicamente, cuarenta años más tarde, con 480 horas de duración, la mejor actuación de todos los tiempos. La película conquistó cada festival al que se presentó, ganando cada premio al que optó. Él también.
         Unos días después de recibir el último premio, cuando todo hubo acabado, el actor perfecto descansó. Durmió treinta horas seguidas. Al despertarse, después de mear y desperezarse, se miró en el espejo del baño de su casa y se sobresaltó al descubrir a un hombre, arrugado y con el cabello ralo y canoso, atrapado en el interior del espejo, mirándolo con ojos de pánico.

viernes, 24 de abril de 2020

40. EN AQUEL BAR DE BARRIO DE TODA LA VIDA



Una mujer permaneció en silencio, en aquel bar de barrio de toda la vida, en una mesa apartada, durante más de veinte años, hasta que un día, otra mujer, algunos años mayor que ella, se acercó, la convidó a una cerveza, le regaló un libro y le recetó una pastilla de esperanza cada ocho horas.



jueves, 23 de abril de 2020

39. LITERATURA



Aún hoy se desconoce el día y la hora exacta de aquel maravilloso acontecimiento. Cuentan las leyendas que un hombre se adentró en un bosque con un bolígrafo y un cuaderno, mientras que a esa misma hora, que nadie recuerda ni sabe señalarla en un calendario, una mujer arribaba al puerto de una ciudad también con las mismas herramientas. A partir de aquí sí podemos asegurar el tiempo: cinco días más tarde, el hombre había dejado al bosque sin pájaros ni flores, robado el olor a romero y a jazmín; la mujer había arrancado todas las antenas parabólicas y las fuentes de la ciudad, y extirpado la piel y los recuerdos de todos los que allí vivían. Al séptimo día, exhaustos, como dos recién nacidos, se reunieron en una isla minúscula de un océano desconocido y se intercambiaron los cuadernos.




***
Hoy es el Día del Libro, hoy es el día en el que celebramos uno de los inventos más importantes que el ser humano haya creado. Gracias a la escritura, al libro, sabemos de dónde venimos, podemos recordar, adquirimos conocimiento y ese aprendizaje nos lleva a seguir ideando y descubriendo y desarrollando nuestro intelecto y nuestro mundo; también nos acompaña, nos entretiene, nos hace sentir, nos proporciona experiencias, nos hace reflexionar, como en la época que nos ha tocado vivir, ¿qué sería de estos días sin los libros?
     Me gustaría homenajear también a todos esos libreros y editores que aman y se aventuran en esa difícil tarea que es seleccionarlos, editarlos y venderlos para que lleguen a nosotros. Hoy, será la única vez y el día lo merece, repetiré un microrrelato, con el primero que comencé este viaje literario, porque después de más de cuarenta días es casi nuevo y, más importante, es un homenaje. Salud, y vivan los libros y todos aquellos que los cuidan y los aman.

miércoles, 22 de abril de 2020

38. TAL VEZ



Solo recuerdo que corría para escapar de Nando y de repente la tierra me tragó. Literalmente. Parece un cuento o una película de niños típica y aburrida. Pero fue así: la tierra me tragó. Tenía nueve años, vivía en Albeira, un pueblecito tranquilo de costa. Tenía un padre y una madre. Dos hermanos: Inés, la mayor, y Pedro, el menor. Tenía dos hámsteres y un perro llamado Blanco. Tenía muchos amigos, entre ellos Juan y Nando, los dos mejores. De Nando huía cuando me tragó la tierra.
         Desde entonces deambulo por esta oscuridad que siento áspera y húmeda. Ha pasado mucho tiempo, lo sé. He sobrevivido bebiendo de la tierra empapada y comiendo alguna raíz o animalejo moribundo. No sé cuántos años tengo. Ha pasado mucho tiempo desde que me tragó la tierra y desde que dejé de usar ropa. En el momento que caía escuchaba la voz de Nando gritarme… después un eco perpetuo y una oscuridad también perpetua.
         Alguna vez he debido arrastrarme por un túnel estrecho, fangoso y asfixiante. Pero no es lo normal. Lo normal es que camine erguido, como si lo hiciera por una calle de Albeira. Pero aquí no hay luz ni sonido. Lo que más me sorprende, porque el miedo hace tiempo que se marchó, es la ausencia de sonido. No se escucha nada. Nada, es la nada más absoluta. No sé explicarme mejor. ¿Alguna vez han habitado un lugar donde no se escuchara nada? No lo creo. Incluso el silencio tiene su propio ruido, su estertor, su zumbido débil y constante. Aquí no. Ni mi cuerpo emite sonido. Silencio y oscuridad. Quizá todos estéis pensando que estoy muerto, pero no es así. Sé que estoy vivo. Esto no es la muerte, es otra cosa. Me tragó la tierra, simplemente. Quizá algún día encuentre una madriguera, un pozo o una cueva por donde salir a la superficie. Tal vez cuando salga haya cumplido cincuenta años y mis padres hayan muerto; mis hermanos emigrado a países donde no los encuentre. Mis amigos no me reconozcan.  O quizá no.
Tal vez solo me quede la oscuridad y el silencio.

martes, 21 de abril de 2020

37. 00.00



Suena el despertador y me levanto, soñoliento. Miro por la ventana y solo veo desolación y tristeza. A ver si acaba el confinamiento de una maldita vez. Es insoportable. Así no se puede vivir. Por lo menos yo no.
Me visto con desgana, algo insólito en mí, y salgo a la calle. Veo el vacío y la soledad y el ruido, o sería mejor decir la marabunta de ruidos que hacen todos esos bichejos asquerosos. Cada noche que pasa son más, pareciera que se aparearan y duplicaran cada veinticuatro horas. Como esto continúe varias semanas más, cuando salgan no habrá sitio para todos. A veces creo que podría aparecer un brachiosaurus por las altas cumbres.
Camino no sé con qué pretexto. Bueno, en realidad sí lo sé, pero me cuesta reconocerlo, busco un milagro. Quién lo iba a decir, ¿verdad? El Gran Ateo por excelencia, el enemigo de toda religión y fe, busca un milagro. Pero una noche más no aparece. El hambre me corroe las tripas y el alma, si la tuviera, claro. Escucho un ruido en la ribera del río, entre los arbustos, cerca del primer pilar del puente. Me acerco sigilosamente y en dos movimientos atrapo un jabato y huyo antes de que su madre pueda olerme siquiera.
Así me veo, un gran conde como yo, el Conde más importante de la historia, yo que he comido con emperadores y reyes, con sultanes y presidentes de los gobiernos más poderosos, así me veo, escabulléndome entre las sombras, buscando alimento, hastiado de comerme las ratas del castillo. A ver si termina el confinamiento de una maldita vez y salen todos de sus cochambrosas casas, porque aunque lo haya intentado cientos de veces, nadie me invita a entrar en su hogar.












lunes, 20 de abril de 2020

36. DOS JÓVENES DE CATORCE AÑOS CONVERSAN EN UNA CÁRCEL PARA MENORES DE EDAD



Javi:  ¿Por qué estás aquí?
Fran:  Robé y me pillaron.
Javi:  ¿Qué robaste?
Fran:  Un paquete de folios y dos lápices con goma.
         (Pasan unos segundos.)
Fran:  ¿Y tú?
Javi:  ¿Yo, qué?
Fran:  Que, qué has hecho para que te encierren.
Javi:  Decir que mi color favorito era la alegría.
Fran:  ¿Cómo dices?
Javi:  Que me han encerrado tres años por defender que mi color favorito es la alegría.
Fran:  Pero eso no es un color.
Javi:  Para mí sí.
Fran:  ¿Y te han metido tres años por eso?
Javi:  Sí.                       
Fran:  No sabía que eso fuera un delito.
Javi:  Ni yo.
Fran: Hijos de puta, hacen lo que les sale de los cojones… ¿Quién te denunció?
Javi:  Un profesor del insti.
Fran:  Esos son más perros de presa que profesores. Mi madre lo fue hace años y lo dejó por mierdas como la tuya.
         (Pasan unos segundos.)
Fran:  Pero…es que no entiendo, cómo fue… me refiero, cómo un profesor puede denunciarte por decir algo así. Me dejas loquísimo.
Javi:  En el apartado de un ejercicio que no recuerdo de qué iba, el  profesor preguntó a varios compañeros cuál era su color favorito. Cada uno dijo lo típico: rojo, amarillo, azul, rosa. Hasta que me preguntó a mí y le dije que mi color favorito era la alegría.
Fran:  El tío se quedó planchao.
Javi:  Ya te digo. Puso una cara de gilipollas que no podía con ella. Pero yo no lo hice por joderlo o quedarme con él, que va. Simplemente es la verdad.
Fran:  Pero tú sabes que eso no es un color, ¿no?
Javi:  Eso mismo dijo él, con cara de pitbull.
Fran:  ¿Y qué pasó?
Javi:  Le dije que para mí sí lo era. Él volvió a repetir que eso no era un color y punto. Tenía que elegir entre un color de verdad, normal, como habían hecho mis compañeros. Le dije que si la actividad era decir cuál era mi color favorito, el mío era la alegría, y punto. No veas cómo se puso el hijo puta cuando le dije “y punto”. Se vino para mí, se quedó a dos palmos y me gritó que yo era un subversivo, un extremista, que él estaba allí para educarme, para enseñarme a comportarme, para que llegara a ser un ciudadano productivo. Tu actitud no se puede consentir, me gritaba el cabrón, salpicándome de saliva. Respiró unos segundos y me dijo que me daba la última oportunidad, todos somos capaces de rectificar, y me dijo, por tercera vez, que tenía que elegir mi color favorito, pero uno de verdad, uno que coloree las cosas, que exista en el mundo. Lo miré y muy tranquilamente le dije que si un color es aquello que colorea las cosas y existe en el mundo, el mío era sin lugar a dudas la alegría. Volvió a gritarme, la salivilla se transformó en auténticos escupitajos de ira. Me dijo que era un extremista irredento, un peligro público. Se giró, se fue hacia la mesa y llamó a seguridad. Mientras esperaba que me esposaran, él preparaba la denuncia. Cargos: “Atentado contra la autoridad”, “Pensamiento y conducta extremista” y “Violencia ideológica e intelectual”.
Fran: ¿Y te trajeron aquí directamente?
Javi:  Sí. No me dejaron ni llamar a mis padres. El juez firmó la sentencia mientras me trasladaban en el furgón.
Fran:  No sé a qué esperamos para rebelarnos. Estos fascistas hasta que no nos devoren el cerebro no van a parar. Son putos zombis. No tienen límites. Solo tienes que conocer un poco de historia para darte cuenta, eso dice mi madre. ¿Te imaginas qué ocurriría si todos dijéramos hasta aquí hemos llegado, no seguiremos cumpliendo vuestras normas, vuestros abusos y vuestros crímenes?  No sois nadie para decirnos con quién debemos follar y con quién no. ¿Eh, te imaginas que nos sentáramos todos en la acera sin mover un dedo? La maquinaria se pararía.
        (Pasan unos segundos)
Fran:  Sin nosotros no son nada, porque descubrimos, hace muy poco, que nosotros somos la maquinaria. Esto tiene que cambiar.

   

domingo, 19 de abril de 2020

35. ENCUENTROS CON MI HIJA.



Pasaron los años y hoy, domingo, como cada semana, mi hija viene a verme y me cuenta sus cosas, que Laurita ya se ha recuperado del resfriado y ha vuelto al colegio, que Manuel, por fin, se ha decidido a abrir la academia de inglés que tanto tiempo y esfuerzo le ha costado, que ella sigue en el instituto, muy contenta, dando clases de Arte, aunque asqueada de tanto papeleo y burocracia. Sonrío al escucharla, porque ha sido, desde muy niña, más de belleza y ensimismamiento que de informes y horarios. Y ahí sigue, tan pasional como siempre, a pesar de la rigidez del mundo.
Le pregunto por su madre, me dice que está disfrutando unos días en un pueblo de Cádiz con unas amigas. Me alegro mucho, vuelvo a sonreír y siento el salitre del mar acariciar mi rostro. Cuando parece que el día y los temas se acaban, esperando la despedida, entre suspiros, inseguridad y angustia, me abraza tiernamente y en un susurro muy cerca de mi cuello, me confiesa que estoy muerto, que fallecí hace años y que solo ella puede verme. Pero que esté tranquilo, que disfrute del mar y el paisaje, porque para ella es más que suficiente.





sábado, 18 de abril de 2020

34. EL DICTADOR



Cuando el Dictador, vestido de traje y corbata, con la papada prominente y la tez rosada, decretó que quedaban terminantemente prohibidos, bajo pena de muerte: los actos altruistas, las acciones empáticas, los mensajes de ánimo a otras personas que no fueran familiares directos; los comedores sociales, asociaciones de vecinos y oenegés; toda educación, sanidad o conocimiento gratuito; cualquier obligación de actuar correctamente, incluido el peso moral por ese otro sujeto que deseáramos alcanzar y todo tipo de ideal religioso, o filosófico, o ético que aspirara a cierta virtud, justicia, verdad, paraíso o cualquier eufemismo o metáfora sobre la bondad; sí, el Dictador utilizó aquellas dos palabras que su asesor principal le escribió, eufemismo y metáfora.
«Quedará prohibido —continuó el Dictador— todo lo que recoja el Realísimo Decreto. Sobre todo —vociferó con los brazos estirados dirigiéndose a la multitud—, quedará terminantemente prohibida la empatía y la bondad, porque han sido los grandes males de este mundo de débiles. Y los débiles desaparecerán de una vez y para siempre». El Dictador bebió agua y continuó: «Desde ahora en adelante quedará prohibida toda buena acción, cada cual que actúe como le plazca. A nadie lo juzgarán. El mundo será de los fuertes o no será. Desde este instante sois libres, la ley queda promulgada y publicada. ¡Viva la libre elección!». Unos segundos después de acabar el discurso y con la entrada en vigor de la ley, uno de sus guardaespaldas personales se acercó al Dictador y le pegó un tiro en la cabeza.


viernes, 17 de abril de 2020

33. LA COPLILLA



Una rosa en un rosal / gasta mucha fantasía, escucha en la distancia, traída por el viento, sin saber de dónde puede venir esa dulce coplilla, que la hace sentir tan viva, si ella sabe que está sola en el oasis desde hace años, y el oasis está rodeado de un inacabable desierto.



jueves, 16 de abril de 2020

32. REENCUENTRO DE DOS VIEJOS AMIGOS



Ciervo 1:  ¿Tienes más preguntas?
Ciervo 2:  No. Ya te he bombardeado bastante, pero es que hace                       tanto tiempo que no nos veíamos... Bueno, quizás...
Ciervo 1:  ¿Quizás...?
Ciervo 2:  La última y te dejo tranquilo un rato.
Ciervo 1:  De acuerdo.
Ciervo 2:  ¿Cuánto tiempo tardaron tus huesos en transformarse                      en hierbas y flores?





miércoles, 15 de abril de 2020

31. LA NOCHE DEL ESCARNIO



La Noche de la Victoria, esa en la que los científicos del Centro de Investigación General Unido recibirían los máximos honores y cenarían en la misma mesa que los reyes y reinas de los ocho reinos, se torció y acabó en tragedia cuando uno de los doce científicos que habían sobrevivido y salvado a la humanidad de la Gran Epidemia no supo realizar correctamente la Reverencia Ancestral frente a tan distinguidas deidades. Por tal motivo, la Noche de la Victoria se convirtió en la Noche del Escarnio, y todos los científicos fueron ajusticiados al día siguiente en acto público.



martes, 14 de abril de 2020

30. EL PRIMER CONTACTO


Una noche cualquiera, en un lugar cualquiera, un hombre arropa a su hija, se recuesta a su lado y comienza a leerle un cuento. Al rato la niña se duerme, el hombre se levanta, deja el libro en la estantería, se acerca a la niña, la besa y le dice «te quiero». Y aquellas palabras, desde aquí pretéritas, ante la estupefacción de todos los expertos y el esfuerzo estéril de países y grupos económicos por apuntarse el histórico tanto, se unieron en un sonido único que entró por el oído derecho de la niña, recorrió su cuerpo y salió por el izquierdo, traspasó la pared de la habitación, el dormitorio de sus padres, saltó a la calle y navegó la noche entre las sombras y las luces, entre el gentío alegre de los trasnochadores y, en un giro inesperado, ascendió, penetró las nubes y dejó atrás, poco a poco, la Tierra. Dos palabras transformadas en un sonido interestelar que ningún experto, a día de hoy y cientos de años después de ser emitidas, sabe cómo, cuándo ni por qué se  han convertido en el primer contacto con otra vida inteligente en un lejano lugar del universo.





lunes, 13 de abril de 2020

29. CIEN DÍAS DE SOLEDAD



Cada tarde, antes de que anochezca, cierro las ventanas. No quiero que entre la tristeza, porque cuando cae la noche y las calles continúan vacías, la tristeza quiere entrar por todas las ventanas o puertas, atraída por la luz, buscando compañía y cariño. La tristeza no quiere estar sola y yo, aunque me dé pena, no puedo dejarla entrar, porque aquí no hay más sitio, la soledad lo ocupa todo, y soledad y tristeza siempre provocan grandes cataclismos, sobre todo para alguien como yo, que en plena cuarentena lee Cien años de soledad por segunda vez, con la única intención de cambiarle el final.
         Después de la segunda lectura, ahora lo sé. Llega la noche, abro las ventanas y la tristeza y la soledad colonizan y conquistan cada rincón de mi apartamento, pero yo, ahora lo sé, convencido, puedo escribir otro final: “porque las estirpes condenadas a cien días de soledad tienen una segunda oportunidad sobre la Tierra.”



domingo, 12 de abril de 2020

28. APOLO Y DAFNE



Cuando la mujer-hormiga dio el último suspiro, cerca de la ribera de aquel barroso charco, el hombre-hormiga estaba a su lado. Ella se llamaba Dafne y él Apolo. Se conocieron en el Tiempo de las Naranjas. Ella lo rehuyó durante muchos veranos, pero él le llevaba gajitos de gajitos de naranjas a la puerta de su casa todas las tardes. Y le hablaba de mitología durante los largos inviernos; los domingos sobre todo, mientras el resto de jóvenes jugaban al billar, o iban al cine, o se pasaban las horas dando toques a una bola de papel.
         Cuando llegó la sequía, cuando el Tiempo de las Naranjas fue sustituido por el Tiempo del Asfalto, con ese olor putrefacto que lo caracterizó, el hormiguero debió emigrar. Tenían que encontrar un lugar húmedo, porque solo la humedad produce tierra fértil y con ella el Tiempo de las Naranjas o el de las Manzanas, como fue el de sus abuelos. Tenían que dejar el que había sido su hogar. Así lo hicieron. Cruzaron desiertos y charcos inabarcables. Bosques profundos y oscuros plagados de monstruos carnívoros. Muchos perecieron. Amigos y familiares. Pero un día encontraron la humedad que traería el Tiempo de los Melocotones, una de las épocas más prósperas que recogía la antiquísima historia de aquella civilización de hormigas que dio comienzo con el Tiempo del Trigo, en aquel basto charco llamado Éufrates.
Durante la odisea que los llevó hasta dar comienzo el Tiempo de los Melocotones, la mujer-hormiga supo, sin lugar a dudas, que amaba a aquel hombre-hormiga que no dejó nunca de hablarle de mitología. Cerca de una charca barrosa y entre la vegetación de un melocotonero, en aquel oasis, vivieron felices.
         Después que la mujer-hormiga diera el último suspiro, el hombre-hormiga la enterró cerca de la humedad del charco barroso que tanta alegría les regaló. No tardó mucho tiempo en brotar una hierbecilla salvaje, minúscula y débil en apariencia, pero que a la primavera siguiente lucía fuerte y ramificada. El hombre-hormiga, como un ritual, el primer día que emergía del hormiguero una vez superado el invierno, se acercaba a la plantita, le arrancaba una hoja y con ella y un hilo seco se fabricaba un collar que le duraría hasta el final del verano. Se lo colocaba y salía al campo pensando en el amor y en la felicidad que trae consigo la humedad.
         Varios veranos más tarde, cuando el hombre-hormiga murió, un joven artista, en homenaje a aquella muestra de amor eterno, esculpió una escultura del hombre-hormiga y la mujer-hormiga y la tituló Apolo y Dafne. Hoy, decenas de veranos después, miles de hormigas hacen cola en el Museo de Arte Nacional para contemplar una de las obras maestras más importantes de aquella civilización tan antigua.



viernes, 10 de abril de 2020

TIEMPO DE REFLEXIÓN


Hoy he tenido que pararme a reflexionar por qué escribo y publico un microrrelato cada día. El trato a la cultura me ha obligado a detenerme y pensar. Una parte de mí ha dicho: hasta aquí hemos llegado, me planto, para qué seguir si la cultura se sigue viendo como algo terciario, algo que está y estará ahí siempre, aunque no se cuide, aunque todo se vaya a la mierda. Este ha sido mi primer impulso. Pero otra parte de mí me ha recomendado que vuelva a leer el primer texto que publiqué, hace ya 27 días. Ahí está la razón de por qué comencé esto, la razón de por qué escribo y publico un microrrelato cada día. Y lo he vuelto a leer para no olvidarlo. 
       Comencé como un agradecimiento y homenaje. Y decido, entre la protesta y el enfado, seguir publicando cada día un texto, hasta que llegue el día 26, porque nunca podré pagar y agradecer todo lo que me dieron y me están dando, porque no sé dónde estaría si no hubiera nacido en un país con Sanidad Pública. Pero aunque yo ya no sufra —porque los sufrí— los avatares que el mundo cultural sufre y, visto lo visto, sufrirá, quiero reivindicar a todos esos artistas que hoy nos hacen los días más fáciles, que llenan de realidades y emociones y preguntas y belleza nuestra vida y, concretamente, este confinamiento, no se merecen, después del trabajo que han volcado gratuitamente para todos y todas, que los dejemos atrás, que se sientan prescindibles, no fundamentales, que no agradezcamos lo mucho que han significado para nosotros en tiempos tan convulsos.
      Como amante de la cultura, como conocedor de las penurias que pasan muchos artistas para crear, me sumo al parón cultural de 48 horas, como protesta, como tiempo de reflexión. Como agradecimiento personal que originó estos textos, después de ese tiempo seguiré publicando cada día un microrrelato. Y como soy de los que reclama, en esta época histórica y difícil que nos ha tocado vivir, una actitud constructiva, crítica y comprometida para superar los problemas, recubriré la protesta con agradecimiento.




jueves, 9 de abril de 2020

27. NUDOS



Si hubiera descifrado correctamente la neblina que la muchacha tenía en los ojos, no estaría en esta situación. Lo que son las cosas, manda cojones, es como si ahora mismo escuchara a mi padre recriminarme: «ves, te lo dije», con aquella sonora carcajada de conquista. Si le hubiera hecho caso y aprendido todos aquellos malditos nudos marineros, ahora no me vería atado y amordazado esperando un desenlace fatal.





miércoles, 8 de abril de 2020

26. ESTOY CERCA



«Estoy cerca, muy cerca. No tengas miedo. Pronto estaremos juntos», me susurras al oído en plena noche. Y la oscuridad se anuda como un atrapasueños, utilizando mis brazos, mis senos, mis piernas, tus manos y tu boca, tu sexo. La oscuridad cose tu ausencia a mi piel desnuda. «Estoy cerca. No tengas miedo. Pronto estaremos juntos. Sueña conmigo todos los días», me susurras. Y yo no quiero despertar hasta el día que acabe la guerra y escuche el tintineo de tus llaves abrir la puerta. Y lo que era un sueño de amor y sexo se tiñe de miedo y aparece ese vacío donde todo cae y nada regresa. El miedo anida bajo mis párpados y se expande devorando la esperanza de tu regreso, y ese sabor a muerte provoca que me despierte aterrada, con tu nombre de súplica en los labios. Miro hacia tu lado de la cama y te veo dormir, plácidamente, mirándome con los ojos cerrados y la boca ligeramente abierta. El pájaro del miedo se marchó a su árbol de pesadilla y solo queda la tranquilidad de que estamos juntos. Me acerco a ti, y te beso, y te acaricio para despertarte. «Estoy cerca», te susurro.




martes, 7 de abril de 2020

25. EL CRUCERO



El matrimonio embarcó en el trasatlántico. Por fin, después de varias décadas, consiguieron ahorrar lo suficiente para comprar dos plazas en aquel crucero de lujo. Eran las vacaciones soñadas: quince días recorriendo el mar Mediterráneo, desembarcando en los puertos más hermosos que aquellas luminosas y antiguas costas habían creado.
         Al subir al buque y cerrar la puerta del camarote, olvidaron el cansancio de los preparativos y las penurias y estrecheces que habían soportado durante los años de espera. Tres piscinas olímpicas, diez yacusis, incontables restaurantes, cócteles, discotecas, comida veinticuatro horas, juegos, gran variedad de bailes, yoga, taichí, masajes, dos cines, concursos de disfraces, noches temáticas, pistas de tenis, casinos, almuerzos nacionales, campeonatos de dominó y cartas, carreras de sacos, animación infantil, música en directo, aerobic, tres gimnasios, chocolaterapia… Todo lo que habían soñado estaba ahí, en apenas doscientos metros de eslora y ochenta de manga. Todo lo que habían deseado flotaba en mitad del mar, rumbo al primer destino: Atenas.
         Durante la segunda noche en el lugar de sus sueños, ella brillaba como hacía años que no lo hacía. Llevaba un vestido negro, muy elegante, y olía entre azahar y avellana. Él la miró como hacía años que no la miraba. Había rejuvenecido veinte años. Él lo sabía y la evocó en aquel puente romano una tarde de octubre de hace más de cuarenta años… y en la cama del hospital, exhausta, mirando cómo sostenía a Diego… y tres años después a Gloria… y la vio deslizarse por una galería iluminada con faroles verdeazulados mientras envejecía poco a poco. Allí estaba, hermosa y feliz viviendo la espera.
         La cena fue copiosa: solomillo wellington con guarnición y la penúltima botella más barata de rioja que había en la carta; de postre brownei con una bola de helado de vainilla. A pesar de haber apurado hasta la última migaja, no se sentían pesados. Bailaron en el gran salón. Sudaron y disfrutaron de la música. Pasaron una hora sentados en una mesa con lámpara de papel escuchando a una banda exquisita de blues. Después pasearon por el buque.  A la mañana siguiente habrían cruzado el Mediterráneo y desembarcarían en Atenas, el origen de la civilización occidental.
         A las dos de la madrugada, la mujer se sentía cansada y se marchó al camarote. Él no tenía sueño y le dijo que seguiría paseando. Dio una vuelta completa al trasatlántico. Al llegar a la popa, se detuvo. Se acercó hasta acodarse en la barandilla dorada. Miró al horizonte, pero no distinguió nada. Él, aquello, todo flotaba en mitad del mar. Alrededor solo había negrura y una leve luz a su espalda. Sintió una ligera caricia de frío. El hombre recordó, para su sorpresa, el rostro de sus padres, el trigal donde solía jugar junto a sus hermanos y amigos cuando eran niños, y el olor a tierra removida le hizo sentir un deseo extraordinario de volver a casa, a cierto origen. Entonces se puso de pie sobre la barandilla y saltó.








lunes, 6 de abril de 2020

24. LÍNEAS BLANCAS



Solo debo pisar las líneas blancas. Las negras nunca. Cuando salimos de casa, y cruzamos de acera, y nos subimos al autobús, y bajamos, y me despido de mi madre y entro, por fin, sonriente al colegio, sé que solo debo pisar las líneas blancas. «¡Quieres andar bien, Dani, por favor!», me dice y a veces me grita mi madre. Me gustaría explicárselo todo, pero no está preparada. Me gustaría confesarle que las líneas blancas son el puente que nos salva; las negras, el abismo. Las negras son los acantilados donde nada se ve y todo se pierde. Pero no puedo decírselo. Solo salto sobre las líneas blancas esperando el momento de subirme al autobús número 6. Ese tanque verde, ese barco que navega sobre las líneas negras sin peligro, protegiéndonos de la oscuridad, recorriendo la ciudad para llevarme cada día al colegio. Debo pisar las líneas blancas para que nuestra cara no desaparezca como la de mi padre.




domingo, 5 de abril de 2020

23. EL PINTAÚÑAS ROJO



Tengo tu pintaúñas rojo sobre la mesa del comedor. Permanece frente a mí cuando como, en el lugar donde debería estar tu plato, tus manos, tu voz. Tengo que confesarte que me pinto las uñas con él cada mañana. Después leo los periódicos y escucho y veo el último parte de guerra del Gobierno. La paz está cerca. Antes del verano acabará todo, eso dicen. El frío se marchó definitivamente. Aunque yo no lo siento así.
Sin embargo, hoy cambiaré tu ropa de invierto por la de verano porque sé cuánto odias no hacerlo el día exacto y levantarte por la mañana y no saber qué ponerte, encontrar las mangas largas mezcladas con los tirantes y los pantalones de pana con las faldas. Lo haré por ti, meticulosamente.
         Llevo dos semanas lavándome los dientes con tu cepillo, utilizando tu crema de manos y echándome tu perfume. Te siento aquí, a mi lado, muy cerca. El amor es la presencia, no el cuerpo; es la ilusión de estar aunque no estés; aunque tema, porque todo se ha complicado demasiado, que no regreses. El amor es la presencia del recuerdo, la tristeza de ser conscientes que es un recuerdo y aun así sabemos que eso, que pasó y no volverá o existe el miedo de que pase y no vuelva, es el amor.
         Me he puesto tu vestido acaramelado y aquí llevo dos horas mirándome al espejo de espaldas, con tu perfume, el color de tus uñas y el recuerdo de tu voz. El simulacro se aproxima a tu presencia pero tengo que dar lo mejor de mí para que dibuje tu rostro, y tras él la esperanza de que vuelvas y el deseo de tocarte de nuevo… quiero transmitirte desde la distancia, desde mi refugio, a través de las paredes y el aire y el miedo colectivo y ese veneno que todo lo ha detenido y separado, que te quiero, que te quiero de vuelta.




sábado, 4 de abril de 2020

22. LITTLE BOY



Aquella mañana del 6 de agosto, el pequeño Aki se levantó muy temprano porque había tenido una horrible pesadilla. Cuando sonó la sirena había recorrido la casa de punta a punta diez o doce veces. Se sentía de mal humor. Botaba y botaba una pelota como una especie de acto repetitivo que lo relajaba. Al atravesar el comedor, sin saber por qué, pateó la pelota y rompió el pequeño reloj milenario de la familia. En el momento del impacto, a las 8.15 exactamente, la tierra tembló y la niebla y la onda expansiva acabaron con casi todo. Durante el resto de su vida, nada ni nadie pudo extirparle el sentimiento de culpa.




viernes, 3 de abril de 2020

21. AMOR DE PIEDRA



El escultor, en su búsqueda por detener y atrapar el amor en una escultura de piedra, modeló a su querido amante, ese hombre que lo había amado y acompañado a lo largo y ancho del mundo y que, sin que él lo apreciara, mientras se desvivía cincelando, tallando y concluyendo aquella obra de arte, se había marchado hacía años de su lado sin que él se diera cuenta.






jueves, 2 de abril de 2020

20. EXTRATERRESTRES



Después de las cincuentas inundaciones, los cuarenta huracanes, los treinta terremotos, los veinte tsunamis, las diez epidemias globales y la Gran Guerra, el ser humano comprendió que no estaba solo.




miércoles, 1 de abril de 2020

19. EL PROPÓSITO I



Dédalo, el hombre que empujó a Perdix al vacío, el que fue desterrado de su ciudad y perdió a un hijo por volar demasiado alto, no está dispuesto a dejarse vencer, otra vez, por los dioses o la buenaventura.  Amparado por su ingenio ha reformado la construcción que antaño lo hizo tan famoso, añadiendo varias zonas verdes y una piscina, y actualizado los pasadizos. 
      Dédalo tiene un propósito. Ha vuelto a creer en el amor. Nadie, ni dioses ni hombres, podrán arrebatarle eso. «No te preocupes, mi amor. Aquí nadie nos molestará», le dice a su amada mientras, con las manos entrelazadas, entran en el Laberinto.