Javi: ¿Por qué
estás aquí?
Fran: Robé y me
pillaron.
Javi: ¿Qué
robaste?
Fran: Un paquete
de folios y dos lápices con goma.
(Pasan unos
segundos.)
Fran: ¿Y tú?
Javi: ¿Yo, qué?
Fran: Que, qué has
hecho para que te encierren.
Javi: Decir que
mi color favorito era la alegría.
Fran: ¿Cómo dices?
Javi: Que me han
encerrado tres años por defender que mi color favorito es la alegría.
Fran: Pero eso no
es un color.
Javi: Para mí
sí.
Fran: ¿Y te han
metido tres años por eso?
Javi: Sí.
Fran: No sabía que
eso fuera un delito.
Javi: Ni yo.
Fran: Hijos de puta, hacen lo que les sale de los cojones…
¿Quién te denunció?
Javi: Un
profesor del insti.
Fran: Esos son más
perros de presa que profesores. Mi madre lo fue hace años y lo dejó por mierdas
como la tuya.
(Pasan unos
segundos.)
Fran: Pero…es que
no entiendo, cómo fue… me refiero, cómo un profesor puede denunciarte por decir
algo así. Me dejas loquísimo.
Javi: En el
apartado de un ejercicio que no recuerdo de qué iba, el profesor preguntó a varios
compañeros cuál era su color favorito. Cada uno dijo lo típico: rojo, amarillo,
azul, rosa. Hasta que me preguntó a mí y le dije que mi color favorito era la
alegría.
Fran: El tío se
quedó planchao.
Javi: Ya te
digo. Puso una cara de gilipollas que no podía con ella. Pero yo no lo hice por joderlo o
quedarme con él, que va. Simplemente es la verdad.
Fran: Pero tú
sabes que eso no es un color, ¿no?
Javi: Eso mismo
dijo él, con cara de pitbull.
Fran: ¿Y qué pasó?
Javi: Le dije que
para mí sí lo era. Él volvió a repetir que eso no era un color y punto. Tenía que
elegir entre un color de verdad, normal, como habían hecho mis compañeros. Le
dije que si la actividad era decir cuál era mi color favorito, el mío era la
alegría, y punto. No veas cómo se puso el hijo puta cuando le dije “y punto”.
Se vino para mí, se quedó a dos palmos y me gritó que yo era un subversivo, un
extremista, que él estaba allí para educarme, para enseñarme a comportarme,
para que llegara a ser un ciudadano productivo. Tu actitud no se puede
consentir, me gritaba el cabrón, salpicándome de saliva. Respiró unos segundos
y me dijo que me daba la última oportunidad, todos somos capaces de rectificar,
y me dijo, por tercera vez, que tenía que elegir mi color favorito, pero uno de
verdad, uno que coloree las cosas, que exista en el mundo. Lo miré y muy
tranquilamente le dije que si un color es aquello que colorea las cosas y
existe en el mundo, el mío era sin lugar a dudas la alegría. Volvió a gritarme,
la salivilla se transformó en auténticos escupitajos de ira. Me dijo que era un
extremista irredento, un peligro público. Se giró, se fue hacia la mesa y llamó
a seguridad. Mientras esperaba que me esposaran, él preparaba la denuncia.
Cargos: “Atentado contra la autoridad”, “Pensamiento y conducta extremista” y
“Violencia ideológica e intelectual”.
Fran: ¿Y te trajeron aquí directamente?
Javi: Sí. No me
dejaron ni llamar a mis padres. El juez firmó la sentencia mientras me trasladaban en el
furgón.
Fran: No sé a qué
esperamos para rebelarnos. Estos fascistas hasta que no nos devoren el cerebro no van
a parar. Son putos zombis. No tienen límites. Solo tienes que conocer un poco
de historia para darte cuenta, eso dice mi madre. ¿Te imaginas qué ocurriría si
todos dijéramos hasta aquí hemos llegado, no seguiremos cumpliendo vuestras
normas, vuestros abusos y vuestros crímenes? No sois nadie para decirnos con quién debemos follar y con quién no. ¿Eh, te imaginas que nos
sentáramos todos en la acera sin mover un dedo? La maquinaria se pararía.
(Pasan unos segundos)
Fran: Sin nosotros no son nada, porque descubrimos, hace muy poco, que nosotros somos la maquinaria. Esto tiene que cambiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario