jueves, 26 de marzo de 2020

13. EL JOVEN APRENDIZ



El joven aprendiz, en un intento por parecer un hercúleo cazador, se distanció del grupo buscando la oportunidad y la presa perfecta. Deseaba regresar triunfante como un César imberbe. Sin embargo, mientras agudizaba su inexperta vista, cayó en un agujero de lodo creado por las torrenciales lluvias de aquella semana. Quedó clavado hasta la cintura. Pero el joven cazador, digno y valiente, no quiso pedir auxilio. Bajo ninguna circunstancia gritaría para que sus compañeros se rieran de él o lo grabaran con sus móviles y lo proyectaran eternamente. Esto pensaba nuestro querido cazador mientras se hundía en el lodo.
Solo cuando paladeó la tierra y tuvo que erguir la cabeza para respirar, solo entonces quiso y no pudo llamar a sus compañeros. Era demasiado tarde. Había perdido la palabra y por tanto la libertad. El joven aprendiz murió con su escopeta, virginal, pegada al pecho.


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