domingo, 22 de marzo de 2020

9. ESTOY CONTENTO



Los martes no puedo venir —me dijo—, tengo psicoterapia. Semanas después, mientras nos comíamos un helado de chocolate con lacasitos, en ese parque que me gusta tanto, me dijo que había cambiado la psicoterapia por clases de salsa, pero aun así, el horario no le permitía llevarme al entrenamiento, que lo sentía, que sabía lo mucho que me gustaba el fútbol y lo bueno que era, pero que no podía, era imposible. Y yo no es que me enfadara, no es eso, mamá. Me alegraba mucho de ver a papá feliz. Me gusta ver a papá contento.
Al mes siguiente, casi al final de la temporada y cuando estábamos a punto de clasificarnos para la copa, me dijo, muy triste, es verdad que estaba triste porque tenía la barbilla apretada y ese agujerito que se le forma en el centro cuando papá está triste, ¿tú sabes cuál es, verdad, mamá? Me dijo que los jueves tampoco podría llevarme al entrenamiento porque debía asistir a las clases de salsa, nivel avanzado. Antes de marcharse adoptó esa pose de boxeador que solo hace conmigo, ¿sabes cuál es, verdad, mamá?, pues esa, me golpeó el hombro y me dijo que era un máquina, que seguro marcaba dos o tres goles el próximo partido. Le dije que no pasaba nada, que bailaba muy bien. Es verdad, mamá. ¡Papá baila super bien! Yo lo he visto bailar en el salón de su casa con esa mujer, los fines de semana que me he quedado a dormir con él. ¡Qué bien baila!, alza los brazos, gira para un lado, para el otro, agarra a Andrea, así se llama la mujer, y la sube hasta el techo. Y ellos se ríen mucho y se abrazan y se dan besos y yo también me río.
Me gusta ver a papá contento. No me gustaba verlo enfadado y triste como antes. Ahora está contento, aunque no pueda llevarme al entrenamiento y las dos últimas semanas no haya podido venir a verme jugar el partido del sábado. Aun así, me gusta que esté contento. Aunque cuando marqué el gol que nos clasificó para la copa no estuviera en la grada, aplaudiéndome y riendo y levantando los brazos como antes, como hace ahora cuando baila. Me gusta ver a papá reírse y ser feliz cuando marco goles, me gusta mucho. Yo solo quiero que papá esté contento, mamá. Y ahora lo está y yo también estoy contento, y también estoy muy contento porque tú también estás contenta y me llevas al río todos los domingos. Pero mamá, si papá y tú estáis contentos, y yo también estoy contento… ¿Por qué? ¿Tú sabes por qué ya no me gusta el fútbol como antes?

2 comentarios:

  1. Llevaba unos días sin tener tiempo, curioso decirlo en estas fechas de la marmota, para dedicarle un minuto a la lectura de tu relato, pero es que tenía que ser EL MINUTO. Porque nada como relajarte inmerso en este relato y nada como que al final, la última frase, te erice la piel

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  2. Gracias por tus palabras y por ese minuto que escribes con mayúsculas.

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