«El testamento está enterrado en mi lugar favorito. La
persona que lo encuentre se quedará con todo». Cuando el notario concluyó de
leer, los parientes se miraron. La paz se había roto. La guerra era inminente.
«Todo» era mucho. Los cinco hijos, con sus respectivas familias, organizaron
sus cónclaves particulares. Analizaron las palabras «testamento», «enterrado»,
«lugar-favorito». Una vez decidido el plan de actuación se lanzaron pico y pala
en mano hacia cualquier habitación o baldosa sospechosa de ocultar la suculenta
herencia. Una vez destruido todo lo edificable, arrancados cada olivo y
crisantemo, irrespirables los lazos de sangre y parentesco que el tiempo había
trenzado, las cinco familias, polvorientas y exhaustas, descansaron sobre las
ruinas que la búsqueda había producido.
Pasado un tiempo, la nieta más
pequeña dijo: «Echo de menos al abuelo. Me hacía reír». En ese instante todos
comprendieron que había sido la última broma de un hombre sabio.
Jajajajaja!!!! Me ha encantado. Pensé que la herencia sería la casa. Muack
ResponderEliminarGracias.
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